miércoles, 19 de octubre de 2011

Fausto y la unidad partidista

La política en Zitácuaro

Aunque sólo haya sido durante el efímero tiempo en que estuvo en Zitácuaro, pero lo cierto es que Fausto Vallejo logró poner el orden en el PRI municipal. Durante la estancia del candidato a gobernador, los grupos desaparecieron y -¡qué bonitos se veían!- todos los tricolores eran una gran familia en armonía.
Dicen quienes estuvieron presentes, que el cuatro veces presidente de Morelia le leyó la cartilla a los protagonistas del desorden de la elección interna y la lucha por posiciones y les advirtió que estaba en juego algo más que la elección municipal de Zitácuaro, más que la gubernatura. Sí, hizo alusión a la Presidencia de la República.
Incluso, señalan que uno de los más regañados fue el alcalde Antonio Ixtláhuac Orihuela, a quien señalan que “fabricó” la candidatura a la alcaldía del Partido Verde Ecologista, con tal de darle en la torre al abanderado oficial, Juan Carlos Campos Ponce.

Eso hizo posible que horas después, ambos, Ixtláhuac Orihuela y Campos Ponce, aparecieran hombro con hombro en el mitin de Fausto Vallejo, en la plaza principal. Quizá a propósito se les colocó juntos. No salieron chispas, como se hubiera creído, pero no se les vio hablar entre ellos, ni siquiera cruzar miradas.
La unidad en torno a Fausto Vallejo fue tal que todos los grupos priístas de Zitácuaro le entraron al acarreo, con la fe ciega de que una plaza llena equivale a arrasar en las urnas. Hubo desde unidades del servicio colectivo, hasta camiones suburbanos y autobuses de Zinacatepec, provenientes del Estado de México.
Y se logró el objetivo: que la plaza principal luciera llena. Se hablaba de diez mil asistentes, lo que es una exageración, porque no caben tantos, por sus dimensiones. Además, había que restarle el espacio ocupado por los dos templetes que se colocaron.
Sin embargo, sí hubo más que en el mitin de hace menos de un mes de Silvano Aureoles, quien ya siente pasos en la azotea porque su campaña no ha pegado en Zitácuaro tanto como él hubiera querido.
Y sí, los priístas, tan agresivos, radicales y peleoneros entre sí, parecían hermanos. El ambiente de concordia era tal que hubieran podido tomarse de la mano y cantar “Imagina” (por aquello de la paz y la concordia) y el cuadro hubiera sido perfecto.
Lástima que sólo duro poco tiempo. Al retirarse Fausto Vallejo las cosas comenzaron a volver, poco a poco, a su cauce normal. De hecho, cada grupo trató de sacar para sí el mayor provecho posible de la visita del candidato a gobernador, pero la fractura de fondo continúa.
Algo bueno es que a los priístas zitacuarenses les queda la experiencia de cómo hacerle para aparentar unidad. La van a necesitar para volver a interpretar el papel, para cuando venga nuevamente Fausto Vallejo, acompañado esta vez de Enrique Peña Nieto, el priísta más popular de México y ante quienes todos querrán quedar bien…

Ricardo Rojas

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