A unas horas de cerrarse las campañas
electorales y a días de la elección, tanto Sonia Rivas, del PRI, como Silvano
Aureoles, del PRD, se ven y se sienten como triunfadores de la contienda por la
diputación federal.
Y, sin encuesta de por medio, el
panorama parece muy parejo; esto es, la moneda parece estar en el aire. Ambos candidatos
tienen aspectos buenos y malos. Pero, para efectos de este comentario, hagamos
el ejercicio de analizar los negativos de cada uno.
Silvano Aureoles Conejo es un político
muy conocido, y precisamente ese es su principal problema: que los electores lo
conocen, quizá bastante bien y muchos ya no le creen mucho.
Veamos estadísticas: Hace más de diez
años, Silvano Aureoles estaba en la cima de su popularidad en Zitácuaro.
Gracias a ello ganó la elección para la Presidencia Municipal con el mayor
número de votos que ha obtenido a nivel local.
El padrón electoral de Zitácuaro era
de aproximadamente 94 mil electores y sufragaron por él unos 22 mil ciudadanos.
Es decir, un porcentaje de alrededor del 26 por ciento de los votantes.
Cómo habrán cambiado las cosas, que el
año pasado, en Zitácuaro, con un padrón de 120 mil ciudadanos, Silvano sólo
recibió nueve mil y tantos votos. Es decir, un 7.6 por ciento de los votos.
También en contra de Silvano está el
origen partidista de los ayuntamientos de la región. De los trece municipios
que conforman este distrito, ocho son gobernados por el PRI, partido que ha
puesto a trabajar a sus autoridades en favor de sus candidatos.
Esos son algunos de los puntos
negativos que podrían ayudar a Silvano Aureoles a sumar una segunda derrota
electoral, el próximo primero de julio, lo que podría representar un golpe de
muerte a su carrera política…
No obstante, si a pesar de todo lo
señalado Silvano todavía tiene posibilidades de triunfo, es porque la candidata
del PRI, Sonia Rivas Espitia, no se ha consolidado como una opción competitiva
que saque adelante a su partido, en lo que a la diputación federal se refiere.
Si bien no podemos negar el efecto
Peña Nieto, hay cifras que señalan que la votación no será tan plana como los
priístas quisieran; es decir, que si bien hay ciudadanos dispuestos a votar por
el mexiquense, no lo harían en automático por todos los candidatos tricolores.
Para los no priístas que acudan a las
urnas, si bien el candidato a la Presidencia de la República podría representar
una opción atractiva, hay altas posibilidades de que el voto se divida cuando
de las otras boletas se trate. La estadística electoral del distrito respalda
esta teoría.
¿Qué pasa con Sonia Rivas? Que al
igual que Silvano, los ciudadanos ya saben de lo que es capaz y qué tanto puede
cumplir sus promesas. Independientemente de lo que ella dice en sus discursos,
de que va a cumplir, de que es honesta y trabajadora, su paso por diferentes
puestos de elección popular la contradicen.
Rivas, a diferencia de Silvano, no
tiene carisma, liderazgo, discurso, ni grupo, ni operadores políticos. Si
hacemos a un lado la estructura del PRI, lo que queda de la candidata es bien
poco: una campaña de poca penetración y trabajo, con un equipo de campaña
inexperto.
Y es que conforme se acerca el día de
la elección, es claro que la unidad del PRI en torno a sus tres candidatos (a
la Presidencia, al Senado y a la diputación) no es tan firme como se anuncia.
Prueba de ello es que cada quien tiene sus representantes y sus operadores y
cada quien está más preocupado por su propia votación.
En este contexto, algunos líderes ven
a Sonia más como un lastre para Peña Nieto y para Chon Orihuela, que una ayuda. Y la misma candidata a la diputación
no se ayuda a sí misma, pues sus entusiastas colaboradores a veces tienen que
batallar contra ella para hacer campaña a su favor.
Por: Ricardo Rojas