La política en la Ciénega
Está consumado, pese a la pretendida inteligencia colectiva del PRD
jiquilpense, que el instituto político sesiona en espacio físico e ideológico
prestado a unas semanas de que se liberen los tiempos en busca de la dirigencia
local.
Lo de moda en el PRD es la “cacería de brujas” y el linchamiento de
quienes por ideología, compadrazgos, compromisos o necesidad apoyaron al
Revolucionario Institucional en la elección del primero de julio y en ese
sentido lo lógico es buscar la cabeza de aquellos que, en teoría, tenían la
responsabilidad de entregar buenas cuentas a sus militantes.
Pero como en todo, existen vacas sagradas, esto es, aquellos personajes
que de manera clara y contundente apoyaron al PRI en la elección pasada, pero
cuya posición en la jerarquía perredista local los hace intocables, máxime
cuando esta figura es prácticamente el dueño de la cancha en la que se juegan
los partidos del PRD de Jiquilpan.
Sin duda son muchos los pendientes que tiene aún por resolver el PRD
jiquilpense: la guerra no declarada entre los grupos del ex edil y del actual
edil, no solamente hacen descuidar las tareas primordiales de cualquier
instituto político y de cualquier administración, sino que abren la puerta a
nuevas corrientes de pensamiento que trabajan ya la consolidación de un
proyecto político a corto y mediano plazo.
Al menos en Jiquilpan, en el PRD no hay espacio para la disensión o los
cuestionamientos y quienes los practican son relegados de los temas torales de
este instituto político que, visto lo que ha ocurrido con la casa que
adquirieron para ser su sede, ve como inminente su desintegración al menos como
fuerza política para tornarse, como muchas organizaciones sociales, en
mercenarios políticos en pos del mejor postor.
Es incuestionable que el PRD jiquilpense ha sido nidal de mentes
brillantes, de genios de la administración pública que han podido esquilmar a
los habitantes de la colonia Cuauhtémoc con el cobro de recursos adicionales a
su pago de impuesto predial para rehabilitación de calles y arreglar, a final
de cuentas, un tramo del acceso sin que los vecinos reclamaran nada.
Solamente un profundo conocedor de la idiosincrasia del jiquilpense pudo
haber elaborado un proyecto turístico en el centro de la ciudad, que éste
fracasara y no hubiera reclamos por los recursos invertidos sin justificación y
sin provecho alguno.
Solamente un pueblo profundamente izquierdista podría haber tolerado y
creído la broma del Día de los Inocentes, cuando se anunció la remodelación de
la plaza principal, la construcción de la macro plaza, el desarrollo de un
complejo de pesca deportiva en el Bosque Cuauhtémoc y más proyectos que no se
alcanzaron a imaginar.
Solamente un pueblo forjado al calor del rebaño podría creer que hasta
este momento las autoridades municipales no tengan en sus manos siquiera un
avance del dictamen de la Auditoría Superior de Michoacán sobre la
administración anterior.
Puesto en este escenario y aún sin pagar ni cobrar las deudas políticas
de la elección del primero de julio pasado, el PRD de Jiquilpan prácticamente
inicia la búsqueda de su nuevo dirigente municipal, un dirigente que encontrará
un instituto político fragmentado desde sus entrañas.
Perro de hacienda
Así se refiere el jerarca moral del PRD de Jiquilpan, a aquellos
funcionarios públicos que fueron sus compañeros en la administración municipal
anterior y que ahora lamen la mano del nuevo dueño de la hacienda (¡Ups!).
José Luis Ceja/Ciénega
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