El
aniversario de la Suprema Junta Nacional Americana debería ser una de las
principales celebraciones cívicas del país, consideran los zitacuarenses y
algunos historiadores. Y es que se trató del primer ensayo del México
independiente. Pero, nuevamente, a 101 años de su instalación, su celebración
volverá a ser ignorada en prácticamente todo el país; inclusive en el estado.
Se
esperaba que este año fuera diferente, ya que aunque tuvieron que pasar 100
años, por primera vez se incluyó la fecha del 19 de agosto en el calendario
cívico oficial nacional.
Para
ello, el entonces diputado federal Mario Vallejo Estévez gestionó durante toda la
Legislatura que se reconociera esta fecha a nivel nacional. Lo logró, pero
todavía pasaron varios años para que el punto de acuerdo fuera aprobado por el
Senado, en donde a ninguno de los legisladores michoacanos les interesó
impulsarla.
No
obstante, el año pasado, con motivo del centenario, se logró la inclusión en el
calendario cívico nacional para este 2012. Sin embargo no ha pasado gran cosa.
Se trata de una fecha más.
La
idea de los zitacuarenses preocupados por el nulo reconocimiento a la gesta que
tuvo lugar en esta ciudad el 19 de agosto de 1811, era que el propio gobierno
federal impulsara su celebración. Pero no.
El
presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, ni siquiera asistirá al
acto cívico central con el que cada año se recuerda, en esta ciudad, a la
Suprema Junta. Esto a pesar de habérsele invitado con suficiente anticipación.
Incluso se dice que el representante federal será un funcionario de bajo nivel,
de la talla de un delegado estatal.
Pero,
¿por qué a nivel federal no se le da la importancia a este primer gobierno
impulsado por un grupo de independentistas en contra de la monarquía hispana?
Se supone que su importancia será de la talla del Congreso de Chilpancingo, de
la Constitución de Apatzingán o del propio Grito de Independencia.
El
problema es que detrás de la Suprema Junta no estuvo ninguno de los “grandes”
héroes nacionales, es decir, ni Hidalgo, el Padre de la Patria; ni Morelos, el
Siervo de la Nación.
La
Junta se trató de un movimiento encabezado por Ignacio López Rayón, quien luego
de que Hidalgo fuera fusilado, retomó el movimiento cuando parecía que la llama
se iba a extinguir.
Se
parapetó en Zitácuaro en momentos en los que los españoles retomaban el control
de las zonas conquistadas por Hidalgo. Luego, en una asamblea con los
principales caudillos regionales, decidieron declarar la Independencia de
México y formar un gobierno nacional.
Por
votación, Ignacio López Rayón fue electo presidente. Morelos, cuyo liderazgo se
encontraba en crisis, fue invitado, pero no asistió, aunque prometió respaldar
los acuerdos.
La
Suprema Junta emitió leyes llamadas elementos constitucionales. Se emitió una
moneda y se organizó el gobierno de las regiones controladas por el movimiento.
Se trató, en suma, de la primera presidencia nacional, cuya capital fue
Zitácuaro.
Obvio,
la Junta duró sólo unos meses porque esta ciudad fue sitiada por el Ejército
español, conquistada, arrasada y quemada, con la orden de que no quedaran ni
los cimientos. Pero ahí estuvo el antecedente.
Cada
año los historiadores y personajes nacionales que tienen a su cargo el discurso
oficial (de la talla del ya fallecido Carlos Monsiváis), afirman que el país
tiene una deuda con Zitácuaro, por la sangre derramada por la lucha
independentista. Cierto, pero no hay intención de pagar esa deuda, ni con el
reconocimiento del esfuerzo que la Junta implicó.
Por: Ricardo Rojas
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