miércoles, 22 de mayo de 2013

Zona de robos


Zitácuaro se ha convertido en una fuente inagotable de vehículos para el crimen organizado. El robo con violencia de unidades se ha convertido en un problema grave y de difícil combate; sobre todo, porque generalmente ocurre fuera del territorio michoacano, en la carretera federal, en la zona fronteriza con el Estado de México.

Y sí, sabemos que Zitácuaro no es Tepalcatepec, pero los problemas de inseguridad y violencia, en mayor o menor grado, se dan en todos lados. Y sería deseable que la estrategia federal que promete ser la solución, contemple también esta región, incluido el territorio fronterizo mexiquense.
No es una noticia reciente el robo de unidades. Es un problema que lleva meses sin que las autoridades hagan algo; de hecho, si alguien sale en su vehículo a Toluca o a México, corre el riesgo de regresar a pie.
Los robos ocurren en el único tramo donde no hay autopista, poco antes de entrar a Michoacán, en la zona serrana. Los asaltantes se ocultan en el monte, eligen el vehículo que les gusta y le cierran el paso. En el mejor de los casos, solamente bajan al chofer, le quitan las llaves y sus pertenencias. Si hay oposición, le va peor.
Antes, en este tramo se encontraba un retén de la ASE (Agencia de Seguridad Estatal), policía mexiquense. Igual había quejas, porque constantemente detenían a los automovilistas michoacanos y les pedían una “cooperación”.
Pero un buen día se retiraron y su lugar fue ocupado por los ladrones de autos que trabajan con toda impunidad, incluso a plena luz del día; o sea, salió peor. ¿Acaso no puede hacer la Federación algo al respecto?

Ecocidio
Es una realidad que en la última temporada la población de la mariposa monarca se redujo a menos de la mitad. El problema, reconoce el experto estadounidense Orley Taylor, es que el número de lepidópteros no aumentará, simplemente porque no tienen con qué alimentarse.
La planta de algodoncillo, que es la base de la alimentación de la monarca, prácticamente ha desaparecido de los campos estadounidenses. A los agricultores del medio oeste no les interesa la mariposa ni les preocupa que esté al borde de la extinción, sino las ganancias que pueden sacar de sus cosechas de granos transgénicos.
Para obtener ganancias arrasan con todo lo que les estorba, como las “malas hierbas”, como el algodoncillo, por medio de poderosos pesticidas. Y lo curioso es que no hay una ley que les ponga freno y que proteja a la mariposa monarca en territorio estadounidense.
Es irónico porque en el pasado se consideraba que México era responsable del peligro que corría la mariposa monarca, que la corrupción que alimentaba la tala ilegal habría de desaparecer los bosques que en esta tierra son su refugio de invierno.
La tala se ha erradicado y la conciencia en muchos de los ejidos ubicados en la zona de protección ha provocado que la cubierta forestal se conserve mejor. Pero ahora el problema está del otro lado de la frontera.
Son los agricultores de Estados Unidos los que se han convertido en mata-mariposas. Está claro que si el gobierno de esa nación no actúa, la monarca bien pronto será una especie en extinción. Pero no hay muestras de querer revertir esta situación, lo que es muy, muy preocupante…
-Ricardo Rojas-

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