lunes, 23 de septiembre de 2013

El latente riesgo de informar

A riesgo de equivocarme, como suele ocurrir a menudo, el tema de la conexión a la Autopista México-Guadalajara no es tan seguro ya como se creía, esto de acuerdo a las interpretaciones que pueda darse a las declaraciones de los actores políticos aunque, todos, coinciden en que este tramo resulta esencial para el desarrollo de la Ciénega de Chapala.

Aunque en el discurso todos han dicho que este tramo vendría a generar lo necesario para abatir el rezago económico de esta parte del estado, lo cierto es que a pesar de estar considerado como uno de los proyectos prioritarios de la actual administración federal, el proyecto parece avanzar más lentamente de lo pensado.
Evidentemente, este tramo carretero no resolverá como por arte de magia la gran problemática existente en materia económica y social pero, de momento, sirve para calmar los ánimos de esta convulsionada región en la que, pese a los intentos, no se ha logrado la integración necesaria para hacer frente a lo que se avecina.
Con licencia para informar…
Ante la invitación del gobierno del estado de Michoacán para que los periodistas aporten propuestas con miras a una nueva legislación local en materia de medios, las voces al interior del estado se han alzado ya y como era de esperarse los principales temas giraron en torno a la falta de mecanismos gubernamentales para garantizar la integridad física de quienes, de una u otra forma, ejercemos el oficio de informar.
Sin embargo, el tema deberá abrirse a otras necesidades, tal es el caso de que a través de la entrega de una cédula estatal, a través del registro estatal de profesiones, el estado reconozca a los comunicadores y quienes actualmente ejercen con credenciales entregadas por las empresas en que prestan sus servicios, identificaciones que pueden ser descalificadas por cualquier mando civil o militar al momento de hacer coberturas informativas.
Esta especie de “licencia” a la que nos referimos, permitirá a los comunicadores garantizar al menos que se nos deje operar sin riesgo de que las filias o fobias entre los entes gubernamentales y los medios, cualesquiera que estos sean, sea un factor para permitirnos o no permitirnos trabajar.
No se trata, hay que decirlo, de someter a los periodistas a un registro pero ante la aparición de “comunicadores” quienes usan esta fachada para ejercer como agentes de la Secretaría de Gobernación o la Secretaría de Gobierno o incluso como agentes de grupos al margen de la ley, sí resulta impostergable que a través de este mecanismo de licencias sepamos que realmente quien porta una cámara, grabadora o micrófono lo hace con la intención de ejercer la comunicación y no para efectos de espionaje de los sectores sociales e incluso contra los comunicadores.
Desde hace décadas que, por gusto o por presiones, los comunicadores se han convertido en “fuentes de información” de los que pomposamente se hacen llamar “agentes de gobierno” y esto se ha dado solamente por el excesivo amateurismo de los comunicadores, sobre todo en el interior del estado, esta condición vuelve a los comunicadores en personas altamente vulnerables ante este tipo de presiones.
En la medida en que exista un mecanismo del orden gubernamental que permita la obtención de un certificado estatal de periodismo, similar a lo que ocurre con las licencias de locutores de radio, el periodista podrá fortalecer su posición ante este tipo de embates.
Sin embargo, es cierto, el principal problema del comunicador radica en el tema de la inseguridad, tema que comparte con la generalidad del ciudadano de éste y otros estados.

La política en la Ciénega | José Luis Ceja Guerra


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