Tal vez el hecho de que Huetamo no cuente con
museos se pueda entender dadas las limitadas circunstancias culturales que privan
en este municipio, pero que tampoco existan estatuas de los grandes próceres,
digamos, como el michoacanísimo Lázaro Cárdenas, como que no se entiende o se digiere
en un pueblo tan marcadamente histórico y costumbrista a carta cabal como
Huetamo.
Dentro de ese tema surgen a la vista casos de
marcada injusticia cometida en nombre de un pueblo que, por ejemplo, no pudo
evitar que en el gobierno de Agustín Arriaga Rivera se retirara el busto de fray
Juan Bautista de Moya, evangelizador de este pueblo, al que la famosa artista Fany Cano obsequiara una estatua del
religioso español que adornaba el jardín principal, pero por indicaciones gubernamentales
un buen día se le retiró de su pedestal, y en su lugar se colocó a Miguel
Hidalgo.
El tema, por contar con una marcada relevancia entre
una figura y otra, impidió que algunas voces salvaran el busto del agustino español
nacido en Jaén de Andalucía, por lo que bajado del pedestal honorífico, fray Juan
terminó relegado en un pasillo del Ayuntamiento de Huetamo, hasta que manos
piadosas de un colegio religioso lo rescataron y se lo llevaron para colocarlo
en el espacio de juegos de ese colegio dependiente de la Diócesis de Tacámbaro,
y transcurridos los años, de nueva cuenta surgen voces que piden que sea
reinstalada esa imagen en un lugar preponderante de Huetamo.
Otro caso de una estatua desaparecida fue la
del gran músico huetamense José Corona, quien fuera inmortalizado en barro por
un artista local y colocado frente a la vieja terminal de camiones en lo que ahora
es la oficina ganadera del Portal Allende. La que surgió en fechas recientes fue
la de Amalia Mendoza, siempre criticada por propios y extraños quienes
preguntaban qué hizo esa mujer para merecer tal privilegio. Y bueno, cada quien
hace sus propias conjeturas pero ese proyecto fue avalado por las autoridades
municipales y mucha gente sigue preguntándose por qué Huetamo no tiene una
bella estatua consagrada al General Cárdenas, y hasta hoy no se encuentra
respuesta y la única estatua que existe la resguardan en segundo plano las autoridades
de Huetamo dentro del Ayuntamiento, donde no es raro ver que sobre su cabeza,
el personal de limpieza cuelga el mechudo para que se seque.
En 2013, en una memorable fecha municipal, el
locutor huetamense José Luis Gómez Navarro solicitaba la venia de la presidenta
municipal para que se le construyera una estatua al glorioso locutor local Luis
Ignacio Santibáñez, y la respuesta fue que sí pero nunca se dijo cuándo,
mientras que por otra parte, desde el año 2000 no ha cejado el profesor Leodegario
López Ramírez en solicitar un espacio adecuado para colocar un busto del
inolvidable cura Mariano Matamoros, y todos los alcaldes en turno han dicho que
sí y hasta ahí nada más.
Hoy la gran polémica en turno está centrada en
la anunciada e inminente destrucción de la plaza de toros de Huetamo, y ahora
sí, las cosas empiezan a inquietar a mucha gente, unos a favor de que
desaparezca ese sitio dedicado en los últimos lustros a la organización de
sonados bailes nocturnos y a la indiscriminada venta de cerveza, y de inmediato
ha surgido un desconocido aprecio por las reliquias arquitectónicas del pueblo
y su salvaguarda, y dado que las autoridades ya informaron que pretenden
construir sobre ese ruedo un moderno hospital, cada quien opina como mejor le
place; sin embargo, no han existido voces que defiendan la destrucción de
cientos de yácatas prehispánicas levantadas junto al Balsas y en el propio
pueblo de Huetamo, de tal forma que los sentimientos locales se disparan y ni
quién reclame que el cementerio decimonónico de Cutzio hoy en día sea víctima
de la destrucción y la rapiña. Por eso preguntamos qué paso se seguirá en esta
situación, y la respuesta, sin lugar a dudas, la dará Juan Pueblo; mientras tanto, sólo queda seguir las voces de las
redes sociales, muy activas en este tema huetameño.
Ángel Ramírez Ortuño
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