jueves, 7 de mayo de 2015

Hacerse la víctima

Tribunal Electoral, dos; Juan Carlos Orihuela Tello, cero. Aunque se quiera hacer pasar por víctima y responsabilice a “otros partidos”, lo cierto es que este segundo fallo adverso que le quitó la candidatura a El Pollo es resultado de la soberbia de su partido, por la forma tan tosca en la que se le ungió como abanderado.

La convocatoria y el proceso de precampaña para los precandidatos fue pura simulación. De entrada, a tres de los seis que presentaron su solicitud se les quitó del camino con el argumento de que no cumplieron con los requisitos.
A los otros dos se les reunió en Morelia y se les ordenó hacerse a un lado porque el candidato era Orihuela Tello. Les ofrecieron algunas posiciones para que se quedaran tranquilos.
Todo iba bien, cuando Mario Martínez, uno de los que fueron descalificados al principio, se encontró un buen abogado e impugnó. Tenía evidencias suficientes porque en la Comisión de Procesos Internos no se cuidaron las formas.
Así que antes de que se registrara su candidatura, el abanderado “electo”, Juan Carlos Orihuela, fue “bajado” de la contienda.
Pese a este fallo del Tribunal el PRI tuvo la oportunidad de recomponer las cosas y, al menos, guardar las apariencias, pero no, nuevamente se tomó con ligereza la orden judicial y se simuló una nueva Convención de Delegados, donde el resultado favoreció al candidato oficial.
¿Qué pasó? En la “Convención” no hubo un padrón de delegados real, el voto no era secreto y los árbitros del proceso obligaban a los participantes a votar por Orihuela.
Lo ocurrido quedó registrado por un notario. El documento de la sentencia documenta varias irregularidades, como la intervención de un “miembro de la Mesa Directiva (de la Convención)”, Ricardo Velázquez.
De acuerdo con acta del notario público número 168, Velázquez “indicó a dos señoras con atuendo indígena dónde debían votar, señalando con su dedo índice que marcaran con una cruz en la boleta al precandidato licenciado Juan Carlos Orihuela Tello” (Sic.).
Mal hecho, no había necesidad de ensuciar el proceso porque Mario Martínez difícilmente podía ganar una elección en la que la “línea” estaba ya dada en favor de Orihuela. No obstante, no se trata de una tragedia, el mismo fallo lleva consigo la solución: un periodo de cinco días para que se reponga el procedimiento, ahora sí con voto libre y secreto, sin presiones.
Si la Comisión de Procesos Internos cuida las formas, podría, finalmente, dejar atrás este capítulo; entonces el candidato podría concentrarse en realizar una campaña de verdad, que tanta falta le hace.

La reacción

La reacción de Orihuela Tello no fue positiva, aprovechó la oportunidad para buscar posicionarse políticamente, aunque el Tribunal le ordenó suspender la campaña, convirtió la sentencia en un acto de proselitismo.
Para ello, echó mano, ahora sí, de los medios de comunicación, de los que se ha escondido a lo largo de su deslucida campaña. Sacó la cabeza para poner en marcha una elaborada estrategia.
El punto número uno: culpar a sus adversarios, decir que “otros partidos” (léase, el PRD) eran los culpables de la sentencia en su contra. Dos: hacerse la víctima para lograr atraer votos de lástima, porque es bien sabido que los ciudadanos simpatizan con los mártires.
Por ello es que en la entrevista insistía en retratarse como un héroe que siempre se impone ante “la adversidad”. Tres: darle su repasada a “imposición” que el PRI hizo al ponerle a la esposa del actual alcalde como regidora. Cuatro: por todo lo anterior, afirmar que él es la única opción para Zitácuaro.
Así, Orihuela ha intentado utilizar el fallo adverso para intentar repuntar entre las preferencias del electorado, lo que en dos semanas de campaña no ha logrado. Veremos en qué termina este drama que bien podría llamarse “Los dinosaurios también lloran”.

Ricardo Rojas | Zitácuaro

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