La
visita del gobernador electo a la región de Jiquilpan sirvió para muchas cosas,
sobre todo para dejar en claro, y a pesar de los perredistas, que no tienen
derecho de picaporte con el gobernador electo y que hay actores políticos de
otros partidos que pesan más en el ánimo de Aureoles Conejo que los dirigentes
de izquierda de esta región.
Fue
imposible no notar el divisionismo existente entre las diferentes fuerzas
perredistas de esta región, sobre todo en el municipio de Sahuayo, que sufrió
una de las peores derrotas al grado de que todavía están buscando los quince
mil votos que su candidato a la alcaldía dijo que tenían ya dentro de la bolsa
y que para efectos prácticos se le volvieron apenas en unos tres mil votos que
apenas les alcanzaron para meter un regidor por la vía plurinominal.
Fue
justo esta división lo que llevó a la derrota de Silvano Aureoles en el
Distrito de Jiquilpan, en el que el PRD pudo apenas retener Cojumatlán y
conquistar Venustiano Carranza, dos de los municipios con menor población en el
ámbito distrital.
Eso
se notó en el encuentro entre militantes de este partido y el gobernador electo
quien, posiblemente sin querer, arrojó un balde de agua helada a las
aspiraciones de algunos locales, quienes se decían ya incrustados en el plan de
trabajo del nuevo gobernador de esta entidad, quien adelantó que en su gobierno
cabrán todas las fuerzas políticas de la entidad.
Lo
cierto es que ya prácticamente asegurados, por aquello de los temas de los
tribunales, los alcaldes electos comienzan a establecer rubros específicos para
lo que será su administración. En el caso de Jiquilpan, Clemente Covarrubias ha
establecido ya dos prioridades, la generación de empleos y el fortalecimiento
del nombramiento de Pueblo Mágico, ambos temas que dependerán casi
exclusivamente de la gestión que pueda realizarse mientras en Cojumatlán es
válida en grado superlativo, la preocupación del alcalde electo Enrique Múgica
por el asunto de los agroquímicos que a lo largo de los años han estado
enfermando a la población sin que exista un organismo que obligue a los
productores a mejorar sus prácticas agrícolas.
Quizá
ahí se ve la diferencia sobre lo que buscan estos dos alcaldes, por ejemplo,
pues mientras en Jiquilpan se buscan los mecanismos para preservar el estatus
quo de gente bonita, culta, amante del café y las tertulias, en Cojumatlán la
lucha es simplemente por sobrevivir y, con justa razón, cada alcalde vela por
lo que quiere el pueblo.
Un
alcalde de un municipio “de cuyo nombre no quiero acordarme” respondió una vez,
cuando le pregunté por qué una comunidad carecía de pozo de agua: “Yo sé que
ocupan la pozo pero voy y les pregunto que qué ocupan y me piden banda todos
los domingos en la placita del pueblo”.
Política
y comunicación
En
los municipios de Villamar y Jiquilpan se darán casos realmente curiosos en el
marco de las nuevas administraciones municipales, pues por primera vez al menos
en la historia moderna dos comunicadores asumirán como regidores, uno en cada
alcaldía.
Esta
noticia tendría que alegrarnos a quienes ejercemos esta labor de andar contando
y escribiendo sobre cosas que ni nos van ni nos vienen, ojalá que el desempeño
de estos comunicadores ya como representantes populares sea motivo de orgullo
para sus respectivos gremios, ya que en el caso de Villamar la regidora
proviene de la Asociación Nacional de Locutores y ha ejercido durante las dos
últimas administraciones como directora de Comunicación Social de este
municipio y está ya acostumbrada al trato político.
José Luis Ceja Guerra
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