viernes, 11 de diciembre de 2015

Leodegario López Ramírez, delicado de salud

Leodegario López Ramírez, el hijo predilecto de Huetamo, lleva ya dos semanas en estado crítico de salud en su residencia mexiquense del Fraccionamiento Magisterial Vista Bella, en Tlalnepantla, así como en el Hospital San José de Ciudad Satélite, donde se debate entre la vida y la muerte aquejado de problemas intestinales y complicaciones cardiacas y cerebrales, según se nos reportó vía telefónica, y que después constatáramos al visitar el citado nosocomio donde el viernes 4 de diciembre se le extirpaba la vesícula y quedaba bajo estricta terapia rodeado de sus seres queridos, entre hijos, nietos, nueras y muchos fieles amigos de la política nacional preocupados por su delicada salud.

López Ramírez nació un día 22 de febrero de 1925 en la vieja, polvosa y apartada comunidad de Huetamo, Michoacán, pero aquel niño moreno traía, como se dice, una torta bajo el brazo, de tal forma que a pesar de crecer en una galopante pobreza logrará su familia sacarlo de aquel entorno provinciano y enviarlo a estudiar nuevas luces a la distante Morelia, donde el arisco joven logra trastumbar las aulas de la capital del estado y avanzará rumbos de Atlacomulco para estudiar una carrera magisterial normalista y de esa forma convertirse en un avispado profesor rural, donde tendría como compañero de banco al güerito mexiquense de ascendencia alemana, Carlos Hank González, mientras que como una especie de tutor de ambos estudiantes parecerá la figura del famoso político y diplomático don Isidro Fabela, quien será la luz guía que los encaminará por los senderos de la política mexicana con bastante éxito.
Hoy, López Ramírez, con 90 años de edad cumplidos y con la reciente satisfacción de haber recibido en fecha reciente la Presea Generalísimo Morelos que anualmente entrega el Ayuntamiento de Morelia, quien junto con su Cabildo encontró en la figura del profesor rural huetamense el personaje ideal para que en 2015 se le entregara tan meritoria distinción en un acto registrado en el Teatro Morelos, pero con anterioridad, en febrero de ese año el profesor, político, naturalista, escritor y cronista de Tierra Caliente recibía, en vida, un memorable homenaje popular en su natal Huetamo, incluida la inclusión de su nombre a una avenida de Purechucho y una placa de bronce que lo inmortalizó en la pérgola que gestionara para esta ciudad en su calidad de oficial mayor de gobierno con el gobernador Agustín Arriaga Rivera en el periodo 1062-1968. Hombre sencillo y afable, de envidiable memoria fotográfica y talento descomunal, López Ramírez se desempeña para 1950-1960 como subdirector de Enseñanza Secundaria en el país, siendo su jefe inmediato Arquímedes Caballero, por lo que gestiona y logra traer a Huetamo la primera escuela secundaria federal que conoció esta ciudad, pero antes había apoyado la magna celebración del IV Centenario de fundación, y apoyó el nacimiento del popular periódico El Cuarto Centenario, que en los años 50 marcó una época.

Ya como hombre maduro, López Ramírez alcanza otros planos en la política mexiquense donde se desempeñará como alcalde de Tlalnepantla en los años 80, y después como diputado federal, y ya no alcanzó la Senaduría por cuestiones de edad, pero aprovechará el tiempo para visitar con mayor frecuencia a Huetamo, construir el Hotel Iquimengari y enseguida el Museo de los 50 Pares consagrado a Morelos, se dedica a escribir el libro La Cabalgata Morelos, viaja por el mundo y se perfecciona en estudios de corte naturalista y también como acucioso investigador de las correrías de Morelos junto con el original de la primera Constitución que conoció México, de la que dio parte de sus escritos en Cambio de Michoacán, dada la fina amistad que lo une con el jefe de este barco editorial, Vicente Godínez Zapién, y que dada la crítica situación que vive el viejo maestro desde esta columna enviamos un cálido saludo y deseos de pronta recuperación.
Ángel Ramírez Ortuño

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