A unos meses
del arranque del proceso electoral de 2015, los integrantes de los cabildos de
esta región recuerdan que algo le deben al pueblo y han comenzado a tomar
posturas en temas en los que antes cerraban la boca y los ojos.
Resulta que
un día por la mañana, al menos ocho regidores del municipio de Jiquilpan
despertaron y se dieron cuenta de que muchas calles habían estado cerradas
durante meses, que hay un estancamiento económico en el municipio, que los
jefes de departamento no trabajan y que los trabajadores de oficina viven,
literalmente, en las redes sociales.
¡Vaya pues
con los cabildantes que ahora despertaron y se quejaron! A estas alturas del
juego, queda claro que lo que mueve a los regidores es más una postura política
que una postura social o de representación popular.
Casi en la
agonía de la actual administración resulta inverosímil que por lo menos en el
tema de los jefes de departamento y los trabajadores municipales, los regidores
no se hubieran percatado de la falta de seriedad de algunos trabajadores que llegan
tarde, se salen a desayunar, a darse lustre a las botas o a atender sus asuntos
particulares.
Pero el tema
de las calles resulta más allá de lo increíble y nos hace preguntar en qué
municipio vivían estos regidores que no se habían dado cuenta de que era
imposible circular en la ciudad por las calles cerradas, cuando ellos, con su
silencio, avalaron los cambios de los proyectos de estas calles, lo que
ocasionó esa tardanza.
Evidentemente
viene el proceso electoral y los regidores, que han pasado sin pena ni gloria,
deben hacerse presentes con declaraciones, incluso subidas de tono, para que
sus partidos los tomen en cuenta en los próximos procesos o porque tienen la
errada idea de que tienen futuro político.
Una frase
dicha por el regidor Ulises Lúa permite arrojar una palada más de tierra al
asunto de las declaraciones de los regidores: “No lo tomes personal,
presidente, eso es un asunto político y profesional”, ¡ja!, lo cierto es que
los regidores ni son políticos ni son profesionales, son electoreros de medio
tiempo.
Cómo van a
explicarle al pueblo su silencio durante meses y meses y ahora de repente
despiertan y toman conciencia de que la buena marcha tanto de la administración
municipal como del pueblo es una responsabilidad que comparten con el alcalde.
El problema
es que, dados los acontecimientos, no queda del todo claro si el repentino celo
de los regidores es un interés genuino de que las cosas marchen como debieran o
fueron mandatados por los líderes de sus partidos o por sus líderes de grupos y
organizaciones.
Para que los
regidores convenzan de que esto no se trata de un posicionamiento personal y de
partido, deberán atender de manera puntual temas más complicados, como la
operación de una oficina que funciona en el llamado Callejón de La Rana, a
cargo del erario local y en la que se trabaja en un proyecto que sepultará las
aspiraciones políticas de prácticamente todo el Cabildo.
Pero en fin,
lo que la gente quiere es saber nombres de los que ya se apuntan por la
municipal de Jiquilpan y todo parece indicar que Marco Valencia ya es visto
otra vez con buenos ojos por parte de Acción Nacional, y pudiera darse un
encuentro, cordial o no ya dependerá de ellos, con Germán Naranjo, actual líder
del PAN en Jiquilpan.
En el PRD la
cosa entró en un compás de espera que puede deberse a una correcta negociación
entre grupos o a que los grupos están velando armas.
José Luis
Ceja Guerra
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