Parece ser que desde ya, el tema
de la candidatura en común PAN-PRD por la alcaldía de Sahuayo se ha vuelto la
manzana de la discordia, pues mientras las dirigencias estatales de ambos
partidos la ven como un hecho, la militancia local ya dio a conocer el nombre
de su precandidato.
Esto podría plantear dos
escenarios para las próximas semanas: el primero, que el perredismo de Sahuayo
no confía en que las dirigencias estatales logren llegar a un acuerdo que les
permita al menos cogobernar a la sombra del PAN, en caso de ir en candidatura
común y ganar el proceso extraordinario de diciembre próximo; el otro escenario
es que, con la nominación de Jorge Armando Sánchez Magallón como precandidato
único, los perredistas sahuayenses estarían haciendo el anuncio de una franca
rebeldía a lo que dispone su Comité Estatal.
Ambos escenarios son complicados
y los acontecimientos políticos de esta semana se contradicen unos a otros. Por
un lado, todavía el jueves pasado, en el marco del festejo por el LXXVI Aniversario
del Partido Acción Nacional y la nominación de Rodrigo Sánchez Zepeda como
precandidato de unidad del PAN, Antonio Berber, secretario general del albiazul en Michoacán, señalaba tener la
confianza en lograr acuerdos con el PRD para la candidatura común, pero por el
otro, el PRD preparaba ya el destape de su precandidato, lo que indica que, al
menos en el PRD, se rompió la comunicación entre las dirigencias estatal y
local o no se entendió lo que la semana pasada dijera Carlos Torres Piña,
presidente del PRD en Michoacán, en el sentido de que este tipo de decisiones
eran competencia exclusiva del Comité Estatal.
Son este tipo de cuestiones,
además de la fecha de la elección (6 de diciembre) lo que pone el morbo de la
ciudadanía sobre este proceso extraordinario que obliga a que la festividad en
honor a la Virgen de Guadalupe, al menos en lo que compete a lo que paga el
municipio, arranque un día después de la elección.
La complicación es el tema de la
subjetividad con que se abordará el proceso previo a la elección habida cuenta
de que Sahuayo es una población con una raigambre católica por encima de
cuestiones político-electorales y, en ese sentido, los jueces de esta elección
tendrán que apegarse al marco jurídico, al librito pues, para aplicar la ley
sin violentar los derechos de cada uno de los actores políticos.
Las fiestas en honor a la Virgen
de Guadalupe se componen básicamente de reuniones masivas con innegables fines
religiosos, obvio, ¿luego entonces los candidatos a la alcaldía deberán
eximirse de manifestar su fe para no ser sancionados?, esto es, ¿no podrán
asistir a las celebraciones de la fe en la que fueron educados, no podrán
cantar las mañanitas, pasear en la plaza, dar la vuelta al Santuario para que
no se les acuse de colgarse de eventos religiosos?
Es definitivo que las autoridades
electorales tuvieron sus motivos para determinar el 6 de diciembre para la
celebración de esta elección, acá la pregunta podría ser si quienes
determinaron esta fecha conocían la tradición cultural de este municipio y lo
que implica que al sahuayense le restrinjan el festejo de su fe.
Lo cierto es que desde ahora los
precandidatos deberán integrar su equipo de estudiosos de la Ley Electoral
porque un ademán sobre el rostro puede ser interpretado como señal de la cruz,
una cabeza baja en actitud pensativa puede ser interpretada como un acto de
oración y unos brazos abiertos en un mitin político, puede ser interpretados
como una emulación de la pose del Cristo Rey, esto se vuelve pues un tema de
subjetividad.
José Luis Ceja Guerra
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