¿Qué es lo que
pasa con el Sistema de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (SAPAS)? Cuál
es la lectura, cuando la falta de sensibilidad de su director con los
trabajadores provoca un conflicto que le tiene que solucionar la presidencia,
para mantenerlo en el puesto, pese a las sobradas muestras de ineptitud.
Independientemente
de los conflictos laborales, la situación en el SAPAS es crítica, como lo hemos
abordado en numerosas entregas. La problemática, ciertamente, no la creó el
actual director, Jorge Alejandro Bautista Suárez, sino que es resultado de la
corrupción que se ha enquistado en el sistema, especialmente en los últimos
años.
Pero si bien
Bautista Suárez no originó la quiebra en el sistema, sí es responsable, no sólo
de no hacer nada por resolver la problemática financiera y administrativa, sino
de agravarla.
El director, con
su aumento de sueldo y su manejo imprudente del sistema actúa como si el SAPAS estuviera
en su mejor momento, cuando el dinero sobraba y era, en realidad, la “caja
chica” de la Presidencia Municipal.
Pero ahora la
situación es delicada. El organismo operador se sostiene con hilos. No es
momento de sacarle sino de meterle: orden, organización, dinero y trabajo,
mucho trabajo. Algo que, durante más de doce meses, Bautista Suárez no ha
hecho.
Esto provoca un
grave deterioro en la situación, ya de por sí grave. Mucho de ello no se ve
porque, con fugas, equipo obsoleto y desorganización, los ciudadanos tienen
todavía un servicio más o menos regular. El día que comience a fallar el suministro,
entonces se van a dar cuenta como de mal están las cosas.
Sin embargo, la
falta de capacidad para dirigir el SAPAS, por parte de Jorge Alejandro Bautista
Suárez, se nota en el trato con los trabajadores. Si bien el organismo tiene
exceso de empleados y requiere un recorte urgente, no es así como se deben
hacer las cosas.
El funcionario se
ha ensañado con los empleados sindicalizados que menos ganan. Con presiones,
con amenazas, por encima del contrato colectivo que tiene firmado con ellos,
pretende despedir a quienes no le caen bien.
Así, lo único que
ha provocado es generarse un conflicto gratis, como si no tuviera suficientes
problemas que solucionar, en lugar de meterse en más. Pero, a pesar de todo el
daño que ha hecho, sigue en el puesto.
La situación del SAPAS
es mala, no sólo para la administración municipal, sino para todos los
ciudadanos, que dependemos del funcionamiento de este organismo para tener
suministro de la vital agua.
A final de
cuentas, el problema del SAPAS no es el director, él solo hace lo que le dé hacer,
sino del Ayuntamiento, que será el responsable si la situación se torna
crítica, como parece que sucederá, más temprano que tarde.
Por ello, el trato
de la administración municipal con el director del organismo debe cambiar. Ya
no más favoritismos como solucionarle los problemas; sostenerlo a pesar de la
ineptitud para terminar con los problemas de fondo del sistema, que en lugar de
solucionarlos, los agrava.
Si el alcalde no
cambia la forma en la que su empleado maneja el SAPAS, en el pecado puede
llevar la penitencia porque, insistimos, la problemática puede estallar antes
de que termine esta administración…
Ricardo Rojas
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